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Un cumpleaños para volver a soñar

Gustavo García Saraví, uno de los grandes poetas que tuvo La Plata, escribió alguna vez: “En esta ciudad, las estatuas caminan”. Y tenía razón. La capital bonaerense supo ser una urbe vanguardista, pujante, fresca y rebosante de cultura. Al igual que Washington, fue una metrópoli que se planificó antes de ser construida. Cada siete cuadras, hay un espacio verde que sirve como pulmón. De acá salieron Virus y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, las plumas de Ernesto Sábato y Almafuerte, el pincel de Emilio Pettoruti. Y, como si fuese poco, contamos con la segunda mejor universidad del país, la UNLP.    

Nuestra querida ciudad cumple 138 años. La situación, como sabemos, es complicada. Una pandemia de alcance global ha producido una crisis inédita tanto en el plano sanitario como en el económico. Pero el Covid-19 no tiene la culpa de todo: La Plata está en decadencia hace –al menos– una década. Sin un proyecto que la oriente, está presa del cortoplacismo y de la improvisación. Inseguridad, desempleo y fractura social marcan este presente gris.

Hoy, y nos duele decirlo, La Plata es solo el asiento administrativo de la provincia de Buenos Aires. Carecemos de una aspiración propia que nos comprometa, movilice y haga sentir parte de una identidad colectiva. Nos olvidamos de esa frase que nos regaló el historiador Félix Luna: “La Plata no es solamente una ciudad. Es la expresión urbana de un impulso de progreso, de un sentido optimista, triunfalista, que era el meridiano de la época y daba el aire usual a los argentinos de entonces”.  

Es momento de recuperar el orgullo de ser platenses. ¿Cómo? Primero, definiendo nuestra matriz productiva. La Plata tiene que lograr un pentágono inteligente a través de cinco motores clave: el cordón frutihortícola, al que hay que organizar y brindarle herramientas tecnológicas para mejorar su rendimiento; la construcción de un polo digital en tierras fiscales que, a través de la proliferación de empresas unicornio, nos aporte innovación e introduzca en el capitalismo cognitivo que liderará el siglo XXI; el  cuidado y fomento de las PYMES, a las que hay que facilitarles los trámites administrativos y reducirles las cargas impositivas para que puedan generar más empleo; el impulso del turismo cultural-gastronómico, que debe ser complementario con el circuito de Capital Federal; y la conectividad, a través del tren, del puerto y del aeropuerto, que es esencial para que las otras cuatro partes funcionen y se desarrollen.

Para instalar este pentágono virtuoso también necesitamos diálogo y sentido común. De todos: empresarios, académicos, vecinos y dirigentes políticos. Esté quien esté quien esté en el Palacio Municipal, es fundamental desarrollar una política de Estado que le devuelva la identidad a La Plata. Sin sectarismos ni mezquindades, hay que trabajar codo a codo durante varias gestiones para recuperar el protagonismo y la utopía que imaginó Dardo Rocha hace 138 años.